miércoles, 4 de abril de 2012

Beso una puerta (Miranda July)


   Ahora que lo sé, es tan obvio. De pronto no hay nada que recuerde que no contenga una pista. Me acuerdo de una hermosa chaqueta de lana azul con botones plateados y planos. Le quedaba perfecta, como si la agarrara.
    ¿Dónde conseguiste esa chaqueta?
    Me la compró mi padre.
    ¿En serio? Es tan genial.
    Llegó esta mañana.
    ¿Él la escogió? ¿Cómo supo escoger algo tan genial?
    No sé.
   Parecía injusto que Eleanor fuese tan bonita y que fuese la cantante de la mejor banda y que tuviese un papá que le enviaba chaquetas asombrosas de tiendas caras que además le quedaban como hechas a la medida. Mi padre no me enviaba nada, sino que me llamaba algunas veces para preguntar si podía darle empleo.
    Soy mesera.
    ¿Pero qué tal la persona que viene después de la mesera?
    ¿El ayudante?
    ¡Sí!
    No tenemos ayudantes. Yo sola me encargo de las mesas.
  Deberían subcontratarme a mí, les ahorraría un montón de tiempo.
    Mira, no te puedo mandar dinero.
    ¿Acaso te pedí dinero? ¡Te pedí un empleo!
    Ahora no puede ser.
    ¡No quiero dinero, quiero un camino significativo en la vida!
    Me tengo que ir.
    Sólo cincuenta dólares. Te pago el costo del envío.
    Cuando Shy Panther tocó en el Lyceum, el papá de Eleanor fue a verla y pude conocerlo. Era increíblemente guapo, de una manera imponente. Ella enmudecía a su alrededor y, para ser honestos, parecía menos interesante cuando él estaba allí. Al punto de que cuando salía al escenario, su diminuta figura era casi presuntuosa y era "cómo había imaginado que alguien quisiera escucharla". Ella cantaba:
    Él luce como una puerta,
    él sabe como una puerta,
    y cuando lo beso,
    beso una puerta.
    Su característico tono, su famosa falta de presencia escénica, esa noche no fueron nada. Ya no era cool. Era la rara de la clase forzada a recitar. La vi desde tras bastidores, de pie junto a su padre, preguntándome si él presionaba su brazo contra el mío o si yo lo estaba imaginando. Sí, le estaba coqueteando, no solo en ese momento, sino toda la noche. Me dijo algo que aún me digo a mí misma a diario. Me dijo: A los hombres los excitan las mujeres que son más altas que ellos. Pero ahora sé cómo son  las cosas y parafraseo esa oración agregando “En el cielo”. En el cielo a los hombres los excitan las mujeres que son más altas que ellos. Y todos los perros que murieron están vivos otra vez. Cuando terminó la noche, Eleanor y su papá me dejaron en mi apartamento y me sentí celosa y confundida, como si él la hubiera escogido a ella en vez de a mí. Solo que no fue así de claro, estoy psicoanalizando en retrospectiva.
    Cuando salió Corazón de trueno, yo ya no era su amiga. No por lo de aquella noche, sino porque me acosté con Marshall. Él no era su novio, me dije esto a mí misma mientras besaba la parte de adelante de sus jeans, pero sabía que ella pensaba en los dos chicos de la banda como si fuesen suyos. Su pene era largo y curveado hacia abajo, así que podía tirármelo acostándome sobre su espalda y jalándolo hacia mí entre sus piernas. Esto suena imposible pero es cierto. Lo entenderían mejor si dibujara un diagrama.
    ¿Lo has hecho así antes?, le pregunté.
    No.
    ¡Mentiroso!
    No, ni siquiera sabía que era posible.
   ¡Entonces te enseñé algo! Ahora puedes hacerlo así todo el tiempo.
   Sí. Creo que es el tipo de cosas que resulta mejor para la chica.
    ¿En serio? Oh Dios, lo siento. ¿Quieres parar?
    Bueno, ¿estás a punto de acabar o qué?
    Creo que podría hacerlo.
    OK, está bien. Tómate tu tiempo.
    No, en realidad no puedo. Cambiemos de posición.
   Fue Marshall quien me contó acerca de Eleanor. No lo había visto en un año, y en el ínterin había conocido a Jim, y creo que tal vez haya podido estar embarazada de April. Me contó todo mientras estábamos de pie en la sección de soul de una discotienda.
   ¿Está viviendo con sus padres? ¿Por qué?
  No, no con sus padres, dijo, únicamente con su padre. Están divorciados.
    ¿Pero por qué? ¿Ella está bien?
    Bueno, no, obviamente no, puesto que vive con él.
    ¿Está enferma?
    No. ¿Alguna vez conociste a su papá?
    Sí, en el concierto del Lyceum.
    Entonces lo sabes.
    ¿Qué?
    Que está enamorado de ella.
    ¿Qué?
    Jesús, ¿no sabías eso?
    ¿Qué?
   Se divorció de su mamá para estar con ella. Por eso es que vivió en Lampeter durante el bachillerato.
    Esa no es la razón.
    Esa es la razón. Vivían juntos como una pareja mientras ella iba al liceo.
    No lo puedo creer. No, me lo hubiera contado.
    Lo siento.
    ¿Por qué no me lo contó?
    Lo siento.
    Oh Dios. ¿Está viviendo con él? ¿Así mismo?
    No sé. Nadie ha hablado con ella.
    Pero es lo más probable, ¿no?
    Sí, es lo más probable.
  Cuando escucho el disco ahora, es como una espada o un martillo. Corazón de trueno. Es esa maravillosa pieza de evidencia de su ser. Su propio ser, cantado en la única voz que tenía, una voz que de alguna manera decidió que era suficientemente buena. La banda estuvo junta por dos años; ese fue el único tiempo que vivió por su cuenta, apartada de su padre. Y por lo que sé, Marshall y Sal fueron las dos únicas personas a las que se los contó. Era como si hubiese salido del infierno para hacer una sola cosa, un disco, y luego regresado. Pero quién soy yo para hablar. Puede que no fuese un infierno. Puede que ella realmente quisiera regresar. Marshall me contó que siguen juntos y que viven en Milford Haven. Él tocó en Cardiff y ella fue a verlo. Cuando le preguntó si todavía cantaba, ella se rio y dijo: ¿Todavía? Me halagas.


JULY, Miranda. "I kiss a door" en No one belongs here more than you. Scribner: New York, 2007 (pp.93-97)


Traducción (muy libre) al veneco cortesía de la administración de este humilde blog.

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